En un día de cinema, Señorito se ha convertido en el secreto mejor guardado de la Cineteca Nacional. Su propuesta sencilla, sin fuego directo, destaca con sabores bien pensados y antojitos reconfortantes como un caldo de pollo clarito o una fresca ensalada de papa con mayonesa kewpie. Pero el verdadero protagonista es su banh mi: baguette con pollo rostizado, paté y mayonesa de sriracha que estalla de sabor.

El menú es breve, pero delicioso. Los sabores ácidos y cítricos no faltan en la mesa: un perfecto balance para acompañar las opciones carnivoras de sus sandiwues estelares. Hay cold brew con toque de naranja, panquecito de elote para cerrar, y buena disposición del servicio, que deja muchas ganas de volver.

Para quienes aman el cine y también comer bien, Señorito es ya parte de la cartelera. Un espacio pequeño con ambición grande, que convierte cada función en plan completo.

En la Roma, un restaurante ha decidido ir más allá de lo orgánico o lo local: eliminar los residuos por completo. Se llama Baldío, y ha sido reconocido internacionalmente por su modelo de operación circular. Desde el diseño hasta el menú, todo busca minimizar el impacto ambiental y cambiar el paradigma gastronómico.

El chef Doug McMaster y su equipo compostean cada resto, reaprovechan aceites, rehúso de agua y evitan cualquier desecho no reciclable. Los ingredientes provienen de productores sostenibles y la trazabilidad es clave. El objetivo no es solo alimentar, sino educar y transformar hábitos.

Esta iniciativa ha despertado el interés de organismos internacionales, al demostrar que la sustentabilidad no está peleada con la calidad. En un país que genera más de 44 millones de toneladas de basura al año, Baldío plantea una pregunta urgente: ¿puede el restaurante del futuro ayudar a sanar al planeta?