Lindy, frente al Parque México, ofrece una atmósfera cálida donde la iluminación suave, el diseño funcional y la atención cercana construyen una experiencia relajada. Los cócteles del chef —como el Mezcalito o el Sr. Main Spritz— abren paso a entradas frescas como los poros y el ceviche, ambas preparadas con un balance preciso que invita a seguir explorando.

La cocina de Allan Feldman combina técnica profesional con sabores familiares, logrando platos que reconfortan sin perder un toque moderno. Sus imprescindibles incluyen los camarones, jugosos y perfectamente sazonados, el short rib para taquear con maíz criollo y un flan con crema de cajeta que aporta un cierre suave y profundo.

En un ambiente sereno, con mesas bien distribuidas y tiempos que fluyen sin prisa, Lindy se consolida como un punto ideal para desayunar, comer o cenar en la Condesa. Una opción sólida para quienes buscan sabor, calma y una propuesta contemporánea sin excesos.

En la Condesa, Yagé propone una experiencia inmersiva donde la noche, el arte y el mezcal se funden en un ritual contemporáneo. Casi todo en este gastrobar es negro: paredes, mobiliario y sombras que evocan una caverna prehispánica. La iluminación apenas revela figuras y texturas, invitando a dejar el teléfono y rendirse al misterio.

De día sirve café de especialidad, pero al caer la noche se transforma. Entre humo de copal y música envolvente, el menú de cocteles celebra los destilados mexicanos. La mezcalita Yagé, teñida con carbón activado, y las catas privadas de sotol o raicilla, son parte del viaje sensorial que ofrece.

La cocina acompaña con ingenio: croquetas de chapulines y tacos de marlin ahogado en salsa especiada. En Yagé, cada visita es una ceremonia entre sombras y sabores; un espacio donde el arte, el ritual y la bebida se confunden deliciosamente.

Maleza, el nuevo restaurante dentro del Hotel Casa Cuenca en la Condesa, ofrece una propuesta culinaria original y nutritiva de la mañana a la noche. Abierto al público, no es necesario ser huésped para disfrutar de su ambiente. El espacio interior evoca una vibra femenina, mientras que su patio trasero se transforma en un oasis rodeado de plantas, perfecto para quienes buscan frescura y tranquilidad.

La filosofía de Maleza se centra en la sostenibilidad y el producto local. Todos sus ingredientes, incluyendo la carta de vinos, provienen de productores orgánicos mexicanos. La chef Christina Lecki fusiona estos productos de alta calidad con técnicas europeas, creando platillos delicados donde la frescura de los vegetales es protagonista. Esta dedicación se refleja en cada bocado, desde los desayunos hasta las cenas.

Entre sus imperdibles destacan la nutritiva Crepa de Garbanzo, ideal para compartir, y el innovador Cheesecake salado con escabeche de hongos. El Robalo con hoja santa, servido en un paquete humeante, es otra joya. Para el postre, no te pierdas el reconfortante Budín de manzana o el intenso Pastel de chocolate oaxaqueño, ambos cierres perfectos para una experiencia culinaria excepcional.

En una esquina arbolada de la Condesa, La Americana mezcla coctelería de autor con pasión literaria. No es una simple librería ni un bar cualquiera: aquí puedes hojear a Faulkner con un martini en mano o escuchar poesía entre tragos de Spritz de guayaba. El menú fue diseñado por bartenders reconocidos en los 50 Best Bars y hay tragos embotellados listos para llevar.

Durante el día, el espacio funciona como cafetería y librería especializada en literatura del continente americano. Por la noche, se transforma en bar y punto de encuentro para lectores, escritores y curiosos. Hay eventos de narrativa, presentaciones editoriales, fanzines y una comunidad creciente que mezcla cultura y tragos con soltura.

Un toque especial: si ves un libro con etiqueta gris, puedes marcarlo con un separador y retomarlo cuando vuelvas. La Americana no sólo invita a beber; propone quedarse, leer, y regresar con gusto.

La Condesa estrena Gia, el nuevo restaurante italo-americano de la chef Fabiola Escobosa, que promete ser un clásico. Inspirado en los “diners” neoyorquinos, Gia ofrece un ambiente acogedor y vibrante, ideal para after office o reuniones con amigos, con mesas bien distribuidas que fomentan la privacidad.

La comida es la protagonista, con platillos que “cuentan una historia”. Destacan las almejas chione gratinadas, la ensalada de apio con queso azul, y la “green goddess”. Las pastas, como el pappardelle bolognese, son frescas, y las pizzas, como la de mortadela y burrata, innovan con ingredientes locales.

Los postres son imperdibles, con un nostálgico “banana splitz” y una exquisita panna cotta con mango fresco. El éxito de Gia también se debe a la copropietaria Isa Freydell, quien asegura ingredientes frescos y una selecta carta de vinos. Gia invita a disfrutar de su comida “hecha desde el amor” en cualquier momento del día.