El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, impuso este jueves una nueva ronda de aranceles que entrará en vigor el 1 de octubre. Las medidas incluyen tasas de hasta 100% a productos farmacéuticos de marca fabricados en el extranjero, 25% a camiones pesados, 50% a gabinetes de cocina y tocadores, además de un 30% en muebles tapizados. Según Trump, los gravámenes responden a preocupaciones de “seguridad nacional” y buscan fortalecer la producción interna.
Las repercusiones no tardaron en reflejarse en los mercados asiáticos, donde cayeron acciones de farmacéuticas y fabricantes de muebles. Japón y la Unión Europea evalúan el impacto, mientras la industria estadounidense advierte que las tarifas podrían frenar inversiones ya anunciadas. A pesar de las críticas, la Casa Blanca defiende la estrategia como fuente de ingresos y herramienta para renegociar acuerdos internacionales.
El anuncio confirma el uso de los aranceles como pieza central de la política exterior de Trump. No obstante, la escalada proteccionista plantea interrogantes sobre la estabilidad de las cadenas globales y el costo final para consumidores estadounidenses, que podrían ver encarecidos medicamentos, transporte y bienes básicos. ¿Seguridad nacional o proteccionismo disfrazado?
