mié. Dic 31st, 2025

Sheinbaum recuerda 2 de octubre Compromiso de no repetición

A 57 años de la matanza de Tlatelolco, la presidenta Claudia Sheinbaum inició su conferencia con la frase “2 de octubre no se olvida”, mientras la bandera nacional ondeaba a media asta en el Zócalo. Recordó que en 2024 el Gobierno decretó el reconocimiento oficial de los hechos como crimen de lesa humanidad, un paso simbólico en la memoria histórica del país.

Sheinbaum destacó que la Secretaría de Gobernación pidió disculpas públicas a las víctimas, a sus familiares y a la sociedad mexicana, al reconocer la responsabilidad del Estado en aquella represión. Ratificó su solidaridad con los sobrevivientes y familiares, además de expresar apoyo a presos políticos y organizaciones que continúan demandando verdad y justicia.

La mandataria subrayó su compromiso de no repetición, rechazando prácticas como represión, desapariciones o tortura. Este 2 de octubre, Palacio Nacional amaneció resguardado y con vallas de seguridad, ante la marcha que recorrerá la capital para honrar a las víctimas.

Tlatelolco 68: memoria, dolor e impunidad

Hoy se cumplen 57 años de la matanza del 2 de octubre de 1968 en la Plaza de las Tres Culturas. La represión ordenada por el gobierno de Gustavo Díaz Ordaz dejó una herida abierta en la memoria colectiva, marcada por el sonido de las balas y los gritos de estudiantes que buscaban refugio. Aquel día, la fuerza pública convirtió una protesta pacífica en uno de los episodios más oscuros de la historia moderna de México.

El movimiento estudiantil surgió en un clima de represión y autoritarismo, en el que las demandas de libertad política y fin a la violencia estatal fueron respondidas con persecuciones, detenciones y asesinatos. La matanza no se limitó a Tlatelolco: también la Ciudadela, el Casco de Santo Tomás, Ciudad Universitaria y el Zócalo capitalino fueron escenarios de choques y agresiones contra jóvenes que exigían derechos democráticos básicos.

Los testimonios de sobrevivientes relatan el terror de aquella tarde en la que militares dispararon contra miles de civiles. Los departamentos del edificio Chihuahua fueron cateados sin orden judicial y los manifestantes perseguidos en sus escondites. Hasta hoy, las cifras exactas de muertos y desaparecidos siguen siendo inciertas, pues el Estado mexicano nunca reconoció la magnitud real de la masacre.

A más de cinco décadas, la exigencia de justicia sigue vigente. Ningún responsable político o militar fue condenado, y la impunidad prevaleció. Recordar el 2 de octubre no es un acto ceremonial, sino un deber ciudadano: mantener viva la memoria de los estudiantes y sus luchas significa también defender la democracia y exigir que los crímenes del Estado nunca más se repitan.