mié. Dic 31st, 2025

La manipulación política de la Generación Z

A lo largo de la historia, distintos regímenes han entendido que influir en las juventudes es una vía rápida para moldear el rumbo político. Hoy no se necesitan adoctrinamientos escolares ni grandes aparatos propagandísticos: basta con estrategias digitales afinadas, una narrativa convincente y un grupo dispuesto a apropiarse de causas legítimas para fines particulares.

En México, la irrupción del supuesto movimiento “Generación Z” ilustra bien ese fenómeno. La protesta presentada como espontánea y juvenil ha sido vinculada, según una investigación reciente del periodista Áyax, con operadores del PRI. Las piezas de propaganda, coordinadas desde cuentas afines a la derecha, hablan de jóvenes, pero rara vez incluyen a uno frente a cámara. La identidad generacional se utiliza como disfraz, no como representación real.

El homicidio del alcalde de Uruapan, Carlos Manzo, permitió a estos grupos capitalizar una demanda justa —el rechazo a la violencia— para empujar un mensaje político dirigido contra los gobiernos de la 4T. La estrategia es simple: tomar un reclamo legítimo, vaciarlo de contexto y usarlo como punta de lanza emocional.

Protestar forma parte del desarrollo político de cualquier juventud. Lo preocupante es cuando la inconformidad se manipula desde fuera para fabricar un movimiento que aparenta autenticidad, pero responde a intereses ajenos a quienes dice representar.

La verdadera Generación Z —la que estudia, trabaja, protesta y participa sin consignas prestadas— merece algo mejor que una identidad usurpada para hacer politiquería.