Migrar ya no es opción
A medida que crece la posibilidad del regreso de Trump, migrantes centroamericanos y venezolanos comienzan a considerar seriamente quedarse en México. Aunque muchos partieron con la esperanza de cruzar a EE.UU., la realidad en la frontera, sumada al endurecimiento de políticas migratorias, ha provocado un cambio de planes forzado. El miedo a nuevas restricciones ha comenzado a transformar al país en destino final más que en zona de tránsito.
En ciudades como Ciudad Juárez, cientos han decidido establecerse temporal o indefinidamente. La incertidumbre política en Estados Unidos, las listas de espera y los riesgos del cruce han desalentado el intento de avanzar. El “sueño americano” comienza a mutar hacia una búsqueda más realista de estabilidad, empleo y refugio en territorio mexicano, aunque los recursos y las oportunidades sean limitados.
Diversas organizaciones en la frontera han alertado sobre el aumento de población migrante que opta por permanecer. Sin políticas claras de integración ni apoyos estatales sostenidos, la tensión crece en albergues, calles y centros de atención. Además, los flujos migratorios siguen activos, creando un panorama doble: quienes llegan con esperanza y quienes se resignan a no cruzar.
¿Está México preparado para ser país receptor? El fenómeno, empujado por un clima geopolítico hostil, exige respuestas más allá de la contención. La narrativa oficial no alcanza a dimensionar lo que ya ocurre en los márgenes: México dejó de ser puente para convertirse, por agotamiento, en refugio.



