mié. Dic 31st, 2025

CJNG ordenó matar a Manzo Harfuch confirma autoría de célula criminal

El secretario de Seguridad, Omar García Harfuch, confirmó que el asesinato de Carlos Manzo fue ejecutado por una célula criminal vinculada al Cártel Jalisco Nueva Generación. Detalló que la investigación, apoyada por tecnología, entrevistas y trabajo de campo, permitió ubicar a Jorge Armando “N”, alias “El Licenciado”, como autor intelectual del crimen ocurrido en Uruapan.

La detención se realizó en Morelia mediante un operativo conjunto entre autoridades federales y estatales. Según las indagatorias, “El Licenciado” coordinó el ataque vía mensajes de celular, donde instruyó a su grupo a ejecutar al alcalde sin importar si estaba acompañado. La operación fue considerada un intento por desestabilizar la región.

Además, se identificó a Fernando Josué “N” y Ramiro “N” como cómplices directos, quienes acompañaron al tirador Víctor Manuel “N” antes del ataque. Ambos fueron hallados sin vida días después. Sus teléfonos, recuperados por autoridades, fueron clave para rastrear los movimientos y reconstruir la cadena criminal.

Michoacán exhibe los límites del modelo de seguridad federal

El asesinato del alcalde de Uruapan, Carlos Manzo, y del líder limonero Bernardo Bravo fracturó el relato de control que el Gobierno federal había tejido en materia de seguridad. En Michoacán, la violencia no se mide ya en balas, sino en la captura silenciosa de economías locales por parte del crimen organizado. Los cárteles han mutado: del narcotráfico pasaron a la extorsión, y de ahí a un modelo económico que sustituye al Estado.

Los grupos criminales como Los Viagra cobran cuotas, controlan los días de cosecha y se presentan como “proveedores” de insumos agrícolas. En regiones como Tierra Caliente, ya no solo imponen miedo: regulan mercados, fijan precios y definen quién puede trabajar. Las víctimas rara vez denuncian; la autoridad, sin información, presume estabilidad. Pero esa “tranquilidad” estadística esconde sometimiento.

El Gobierno de Claudia Sheinbaum insiste en que los delitos de alto impacto disminuyen, aunque el fenómeno extorsivo crece en silencio. El secretario de Seguridad, Omar García Harfuch, ha construido su discurso sobre datos favorables, pero Michoacán desmonta esa narrativa: los criminales han suplantado al Estado en sus funciones básicas, cobrando impuestos y aplicando su propia fuerza pública.

La crisis exhibe la fragilidad del modelo que privilegia las cifras sobre el control territorial. Mientras el Ejecutivo celebra la baja de homicidios, los grupos armados avanzan en la economía cotidiana. En Michoacán, las estadísticas son irrelevantes: la violencia ya no se libra en las calles, sino en los precios del limón, en las cuotas, en el miedo.