mié. Dic 31st, 2025

Mi familia y otros animales, novela autobiográfica del escritor británico Gerard Durrell

Para Gerald Durrell no sería nada fácil ser el hermano menor del gran escritor Lawrence Durrell y escribir magníficamente al mismo tiempo que ser una eminencia en zoología. En realidad, pudo haber sido escritor o poeta y estudiar a los animales con toda propiedad y cariño; pudo haber sido astronauta o filósofo, lo que le viniera en gana: era un genio. A la edad de 11 años escribió el siguiente poema, enviado por el asombrado Larry Durrell al atónito Henry Miller.

                                                         muerte

Sobre un montículo yace
un niño,
y un arroyo pasa
tintinando.
en torno a él se yerguen lirios
morados,
como para resguardar el ojo de
la muerte
que siempre toma
desprevenida a la gente
y la hace arar el suelo.

                      Los rododendros espiaban
                      al niño que contaba ovejas.

                      El horror se esparce
                      el niño muere

                      Pero la muerte misma no se ve

Este poema se publicó en The Booster, revista que editaban alegres y desparpajados, Henry Miller, Anaïs Nin, Alfred Perlés, Lawrence Durrell y demás tribu, en los años 30, en París.

Con el tiempo Gerald Durrell (Gerry) se convirtió en uno de los grandes zoólogos de nuestra época quien se dedicó a conservar especies de animales en peligro de extinción de todo el mundo y a crear zoológicos de gran categoría. Sin embargo, en este libro de relatos se vislumbra su gran vocación de escritor y su amor a todos los animales de la Tierra, incluida su propia familia; habitando una especie de paraíso terrenal que es la Isla de Corfú en Grecia. Sobre todo, el autor da cuenta del estudio de la especie de animal más importante sobre la faz de la Tierra: el ser humano y qué mejor estudio que examinar a su propia familia.

Mi familia y otros animales es la ópera buffa que, además de divertir, muestra una incisiva mirada zoológica, psicológica y científica, sobre los habitantes de Corfú, envuelta, con gran énfasis, en la familia del autor que es de una peculiaridad extrema: Larry siempre con sus libros y tratando de escribir su primera novela: The Black Book; y Margo, la única hermana, quien nunca olvida sus afeites para la cara ni sus dietas; Lesly cuyo espíritu pendenciero y combativo duerme con sus armas bajo la almohada: escopetas, revólveres y pistolas de diferentes calibres; y Louis, la madre de los Durrell a quien se le rinde tributo como una de las mejores madres que han existido en la literatura: cariñosa, comprensiva y siempre solidaria con sus hijos sin importar las consecuencias.

El autor hace gala de una magistral memoria proustiana y logra retratar y al mismo tiempo, dejar afuera, la mitificación de los grandes escritores como su hermano Lawrence Durrell: “Larry caminaba rápidamente, con la cabeza erguida y en el rostro tal expresión de soberano desdén que su diminuto tamaño pasaba inadvertido”. Para Gerald, su ilustre hermano a pesar de ser un gran escritor, no dejaba de ser un papanatas insoportable, muchas veces, debido a que representaba a su padre muerto. En ese entonces Larry contaba con 23 años cuando Gerry tenía apenas 10.

Para el zoólogo en ciernes, el mundo animal de la isla: perros, urracas, autillos, tortugas, salamanquesas, no le merecía menor afecto y estudio que el de su familia y amigos: El Hombre de las cetonias; Spiro el maravilloso chofer griego; Teodoro Stefany, su mentor, científico, sabio, médico de la familia y de la isla; el hombre de los pájaros y otros.

Mi Familia y otros animales es el recuento de un Noé moderno sobre una isla y sus habitantes quien santifica y reconoce con mucho sentido del humor a toda la creación, pero sobre todo a la naturaleza humana.

Superman 2025 y Superboys de Malegaon 2024

Actualmente existen dos supermanes en las pantallas: uno en las pantallas grandes de los cines y viene directamente del cielo, desde allá arriba, desde Kriptón, y el otro llega desde allá abajo, desde Malegaon en la India y vive en el Streaming. El primero nace y se reproduce en Hollywood, el segundo por primera vez aparece, pero no en Bollywood, sino en Malegaon: una pequeña ciudad pobre en el estado de Maharashtra, en la India.

El Superman de Hollywood fue dirigida y escrita por James Gunn y protagonizada en los roles principales por David Corenswet como Clark Kent/Superman, Rachel Brosnahan como Lois Lane y Nicholas Hoult como Lex Luthor y es hablada en idioma inglés.

El Superman que no es ni de Bollywood fue escrita por Varun Grover y dirigida por Reema Kagti y protagonizada en los roles principales por Shashank Arora como Superman, Manjiri Pupala como Lois Lane y Vineet Kumar Singh como Lex Lutor y es hablada en idioma hindi.

La película dirigida por James Gunn tuvo un costo de 350 millones de dólares. En cambio, la película dirigida por Reema Kagti tuvo un costo de 20 millones de rupias equivalente a casi 230 mil dólares.

En ambos filmes Superman es un ser de otro mundo que llega a la tierra: el primero en una nave espacial, el segundo en una cámara de neumático de automóvil (ese Superman no sabe nadar). Los dos son muy apegados a la justicia y bastante ingenuos. Los terrícolas siempre los engañan y nunca dejan de ser héroes del pueblo, a pesar de todo.

Lo más impresionante en las dos películas es que la AMISTAD, véase AMOR, está por encima de todo. En la historia hollywoodense Superman recibe varias derrotas y su novia Lois Lane le proporciona ayuda vital junto con Metmorfo, Mr. Terrific y Hawkgirl, inclusive de su perro Kriptón.

En cambio, el AMOR y la AMISTAD de los Súper boys de Malegaon da comienzo con la preparación del filme en la realidad dentro de la ficción, pues está inspirada en un documental de 2008: Superman de Malegaon, donde Shafique, el amigo de todos ellos y quien siempre quiso ser actor le diagnosticaron cáncer. Es entonces cuando se terminan las controversias entre el escritor/guionista y el director del filme para hacer Cine teniendo como base la amistad por el amigo obrero a quien le diagnosticaron esa enfermedad terminal.

Está comprobado que algunas veces la amistad se encuentra por encima de los prejuicios, del odio, de la envidia o del egoísmo y que también puede romper las barreras del idioma o las de la idiosincrasia.

Superman es el héroe del pueblo que está dispuesto y tiene la fuerza para enfrentarse y derrotar a la maldad donde quiera que se encuentre, ya sea en una dimensión desconocida por los humanos, en un planeta lejano o en un pueblo musulmán y pobre de la India.

Así, los creadores de Cine, pobres o ricos, tienen en común que, a fin de cuentas, quieren hacer justicia, aunque sea en la ficción y que es posible conmover el corazón humano mirando al mundo a través de los ojos de los niños.

Superman, siempre será el héroe por antonomasia: un ser de los que ya no existen que busca la verdad y la justicia; que protege a los desvalidos y que es amante de la paz tan necesaria en este tiempo. No obstante, las grandes actuaciones tanto de David Corenswet como de Shashank Arora siempre extrañaremos a Chritopher Reeve.

Raymond Carver: Tres rosas amarillas

“Pienso que es bueno que en un relato haya un leve aire de amenaza… Debe haber tensión, una sensación de que algo es inminente.”
Raymond Carver.

El elefante y otros cuentos (1987). Fueron los últimos siete relatos que escribió Raymond Carver antes de morir de cáncer de pulmón en 1988 a los cincuenta años. Tener este libro de cuentos es como poseer una gran caja con un enorme moño de color azul pastel. Todos son extraordinarios. Pero uno de ellos —el último— es una joya de la literatura universal y, al mismo tiempo, un homenaje a uno de los más grandes escritores rusos de todos los tiempos: Anton Pavlovich Chéjov. Uno quita el moño de navidad y abre la caja, en ella vienen: Cajas, Quien quiera que esté usando esta cama, Intimidad, Menudo, Elefante, Pastel de mirlo y, Tres rosas amarillas la cual fue publicada un poco antes de su muerte.

Todo comienza con el fallecimiento de Chéjov. Uno después de leer la narración, solo recuerda la hermosa muerte de Chéjov concedida por Carver. Este escritor que al mismo tiempo se estaba muriendo mientras describía esa maravillosa muerte. El autor norteamericano decía del autor ruso, lo que él mismo estaba viviendo en carne propia: “De hecho a Chéjov, le resultaba doloroso incluso moverse: le dolían constantemente las piernas, y tenía dolores en el vientre. La enfermedad le había invadido los intestinos y la médula espinal. En aquel instante le quedaba menos de un mes de vida”.

Fue la madrugada del 15 de julio de 1904 cuando murió Chéjov… Pero, no nos adelantemos, antes escuchemos la voz de Raymond Carver: “También León Tolstoi fue una vez a visitarlo. El personal del hospital mostró un temor reverente al verse en presencia del eximio escritor del país. (¿El hombre más famoso de Rusia?) Pese a estar prohibidas las visitas de toda persona ajena “al núcleo de los allegados”, ¿cómo no permitir que viera a Chéjov? (…) apreciaba sus narraciones cortas. Además —y tan sencillo como eso—, lo amaba como persona. Había dicho a Gorki: «Qué bello, qué espléndido ser humano. Humilde y apacible como una jovencita. Incluso anda como una jovencita. Es sencillamente maravilloso…»”.

Quizás, sería importante mencionar que amar a Anton Pavlovich Chéjov como persona era lo más fácil del mundo, pues habría que hacer una enorme lista de todas sus bondades para con el pueblo ruso, sobre todo para la gente más pobre de la Madre Rusia. Este fantástico escritor se afanó en construir la primera Casa de Moscú, con biblioteca, sala de lectura, auditorio y teatro; se encargó de dotar a Moscú de una clínica para enfermedades de la piel (no olvidemos que era médico); organizó un museo de pintura y Bellas Artes en Taganrog (su pueblo natal); puso en marcha la primera estación biológica de Crimea; reunió libros para la escuela pública de la Isla de Sajalín: una isla rusa situada al norte de Japón donde escribió un libro visitando a las cárceles y a sus reos; construiría tres escuelas para los hijos de los campesinos en las cercanías de Moscú; y al mismo tiempo, un campanario y un parque de incendios para los campesinos; en Crimea edificó una cuarta escuela. Durante la epidemia de cólera estuvo trabajando él solo como médico atendiendo a veinticinco pueblos, sin ningún ayudante. Prestó ayuda a los hambrientos en los años de mala cosecha. Al año trataba a más de un millar de campesinos, gratuitamente y suministrándoles los medicamentos. En ese tiempo acudían a Yalta muchos tuberculosos sin un céntimo en el bolsillo que venían de Odesa, Kishinev y Jarkov solo porque habían oído que Chéjov los atendería, les daría alojamiento, medicamentos y comida. De toda esa bondad está llena su obra. Desde luego falta enumerar muchas generosidades más, sin olvidar que él mismo plantó árboles y flores haciendo fecundar la tierra.

Seguramente Raymond Carver sabía de su misericordia para con los más necesitados y logró pagarle con la misma moneda poniendo en su historia al doctor Schöwhrer en el balneario de Badenweilwer, situado en la zona occidental de la Selva Negra, en Alemania, donde los rusos eran asiduos de sus baños termales, le acompañaba su esposa la actriz rusa Olga Knipper. Este médico alemán en los estertores de la muerte del autor ruso —pleno de compasión— hizo algo inusitado tanto para la historia de la Literatura como para el corazón de todos los lectores del mundo: le otorgó a su admirado autor la muerte más bella jamás imaginada.

Raymond Carver honró y fue honrado al escribir esta historia llenándose de la más alta investidura que Calíope, hija de Zeus y la musa de la Literatura puede otorgar colocando en su cabeza la corona de laureles.

Sin embargo, en la Literatura todo es como los espejos de frente donde se ve el reflejo del reflejo. Carver admiraba a Chéjov y mientras escribía la muerte por tuberculosis de su admirado autor; el mismo se estaba muriendo de cáncer de pulmón. Pero, alguien un traductor japonés de sus historias lo admiraba profundamente. Este hombre —autodidacta— dueño de un club de jazz en Japón, se arriesgó junto con su esposa Yoko a visitarlo a él y a su esposa Tess Gallagher en su casa de Port Angeles para conocerlo personalmente: era el verano de 1982 y este hombre era Haruki Murakami. En esa ocasión, escribió Tess Gallagher:

“Ray estaba ansioso, casi con un deleite infantil, por conocer a Murakami, por ver quién era y por qué sus escritos los habían reunido en el Planeta”.

Chéjov alguna vez dijo: “La medicina es mi esposa legal; la literatura, sólo mi amante”
Máximo Gorki dijo de Chéjov: “Al leer los cuentos de Chéjov uno parece sumergido en un día triste de finales de otoño.”

Haruki Murakami dijo de Raymond Carver: “Raymond Carver es el maestro más valioso que he tenido y también el mejor camarada literario.”

Para finalizar, este es el poema que escribió Raymond Carver a Haruki Murakami:

Proyectil

Bebimos te. Meditando cortésmente.
Sobre las posibles razones del éxito
de mis libros en tu país. Se deslizó.
En hablar de dolor y humillación.
encuentras que ocurre y se repite,
en mis historias. Y ese elemento
de pura casualidad. Cómo se traduce todo esto
en término de ventas.

Raymond Carver (Clatskanie, Columbia, Oregon, Estados Unidos, 25 de mayo de 1938-Port Angeles, 2 de agosto de 1988) fue un cuentista y poeta estadounidense. Es considerado uno de los escritores más influyentes del siglo XX y de la literatura norteamericana.

“Mi familia y otros animales, novela autobiográfica del escritor británico Gerard Durrell”

Para Gerald Durrell no sería nada fácil ser el hermano menor del gran escritor Lawrence Durrell y escribir magníficamente al mismo tiempo que ser una eminencia en zoología. En realidad, pudo haber sido escritor o poeta y estudiar a los animales con toda propiedad y cariño; pudo haber sido astronauta o filósofo, lo que le viniera en gana: era un genio. A la edad de 11 años escribió el siguiente poema, enviado por el asombrado Larry Durrell al atónito Henry Miller.

                                                         muerte

Sobre un montículo yace
un niño,
y un arroyo pasa
tintinando.
en torno a él se yerguen lirios
morados,
como para resguardar el ojo de
la muerte
que siempre toma
desprevenida a la gente
y la hace arar el suelo.

                      Los rododendros espiaban
                      al niño que contaba ovejas.

                      El horror se esparce
                      el niño muere

                      Pero la muerte misma no se ve

Este poema se publicó en The Booster, revista que editaban alegres y desparpajados, Henry Miller, Anaïs Nin, Alfred Perlés, Lawrence Durrell y demás tribu, en los años 30, en París.

Con el tiempo Gerald Durrell (Gerry) se convirtió en uno de los grandes zoólogos de nuestra época quien se dedicó a conservar especies de animales en peligro de extinción de todo el mundo y a crear zoológicos de gran categoría. Sin embargo, en este libro de relatos se vislumbra su gran vocación de escritor y su amor a todos los animales de la Tierra, incluida su propia familia; habitando una especie de paraíso terrenal que es la Isla de Corfú en Grecia. Sobre todo, el autor da cuenta del estudio de la especie de animal más importante sobre la faz de la Tierra: el ser humano y qué mejor estudio que examinar a su propia familia.

Mi familia y otros animales es la ópera buffa que, además de divertir, muestra una incisiva mirada zoológica, psicológica y científica, sobre los habitantes de Corfú, envuelta, con gran énfasis, en la familia del autor que es de una peculiaridad extrema: Larry siempre con sus libros y tratando de escribir su primera novela: The Black Book; y Margo, la única hermana, quien nunca olvida sus afeites para la cara ni sus dietas; Lesly cuyo espíritu pendenciero y combativo duerme con sus armas bajo la almohada: escopetas, revólveres y pistolas de diferentes calibres; y Louis, la madre de los Durrell a quien se le rinde tributo como una de las mejores madres que han existido en la literatura: cariñosa, comprensiva y siempre solidaria con sus hijos sin importar las consecuencias.

El autor hace gala de una magistral memoria proustiana y logra retratar y al mismo tiempo, dejar afuera, la mitificación de los grandes escritores como su hermano Lawrence Durrell: “Larry caminaba rápidamente, con la cabeza erguida y en el rostro tal expresión de soberano desdén que su diminuto tamaño pasaba inadvertido”. Para Gerald, su ilustre hermano a pesar de ser un gran escritor, no dejaba de ser un papanatas insoportable, muchas veces, debido a que representaba a su padre muerto. En ese entonces Larry contaba con 23 años cuando Gerry tenía apenas 10.

Para el zoólogo en ciernes, el mundo animal de la isla: perros, urracas, autillos, tortugas, salamanquesas, no le merecía menor afecto y estudio que el de su familia y amigos: El Hombre de las cetonias; Spiro el maravilloso chofer griego; Teodoro Stefany, su mentor, científico, sabio, médico de la familia y de la isla; el hombre de los pájaros y otros.

Mi Familia y otros animales es el recuento de un Noé moderno sobre una isla y sus habitantes quien santifica y reconoce con mucho sentido del humor a toda la creación, pero sobre todo a la naturaleza humana.

Amor eterno: El Palacio de Gripsholm

El Palacio de Gripsholm, una historia de verano, en donde el amor florece como un nardo en medio del jardín. Una maravillosa historia llena de ternura y amor, donde Lydia, una dulce secretaria que labora para una empresa de jabones en la Alemania de 1929, se va de vacaciones con su amigo y amante: Kurt, el autor de esta estupenda narración. Ella, ahora, es una Princesa y él, por el momento, se llama Peter —Dios sabe por qué—. Se dirigen a Copenhague, Suecia, por cinco semanas que cambiarían para siempre el rumbo de sus vidas.

Para él, ella es: amiga, amante, madre, novia, ópera bufa y, sobre todas las cosas, Princesa. Lo que él es para ella, el narrador lo ignora. Pero nosotros, los lectores, lo sabemos muy bien: para ella, él lo es Todo, absolutamente Todo: cielo, mar, río, desierto, oasis y edén. Definitivamente, todo lo que un Escritor quiere ser para su amada. Las vacaciones comienzan en tren: un tren que llevaba la felicidad de una pareja amorosa en los mejores días del verano; un verano caluroso y pleno de paisaje y poesía.

Por fin, llegan, azarosamente, al Palacio de Gripsholm, en Suecia. Allí viven en un anexo del palacio, un lugar turístico y hermoso, una construcción luminosa con cúpulas redondas, con un lago alrededor y un teatro en su interior. Una vez instalados, viven una aventura en la que rescatan a una niña huérfana de las garras de una arpía que la torturaba constantemente.

El Palacio de Gripsholm, una bella historia contada por un Escritor para una bella Princesa, cuyo verdadero nombre era Lisa Matthias. Kurt Tucholsky nació en Berlín, Alemania, el 9 de enero de 1890 y se suicidó en 1935, seis años después de haber escrito esta narración, a los 45 años de edad. Era de origen judío, aunque renunció al judaísmo en 1914, convirtiéndose al protestantismo en 1918. Fue un demócrata de izquierda, pacifista y antimilitarista. Pidió ser enterrado en el único lugar donde fue inmensamente feliz: el Palacio de Gripsholm, en Suecia. Allí sus cenizas reposan desde 1936, bajo un roble. En su lápida pidió que escribieran: “Todo lo que es transitorio es sólo un símbolo”.

Nota al margen:
Un día de septiembre de 1911, Kurt Tucholsky, cuando era estudiante de Derecho, visitó junto con su amigo Kurt Szafransky, en Praga, a Max Brod —su autor favorito— y mejor amigo de Franz Kafka, por quien conocemos sus grandes obras, tanto en vida como después de su muerte en 1924. En esa ocasión, Franz Kafka dijo de él:
“… Es una persona formada totalmente a sus 21 años, desde su enérgico y controlado balanceo de su bastón de paseo, que le da un aire jovial, hasta el deliberado deleite y contenido de sus trabajos literarios (…) ¡Y quiere ser un abogado criminalista!”

JULIAN BARNES UNO DE LOS MÁS GRANDES ESCRITORES DE NUESTRO TIEMPO

En su libro Nada que temer, comienza con la frase: “No creo en Dios, pero lo extraño.” Julian Barnes es quizá el más grande escritor inglés de los últimos tiempos: fino, irónico, inteligente, satírico y con un gran humor británico. Uno de los temas que aborda, lleno de reflexión y sabiduría, sin sentimentalismos melcochosos, es la lucha que representa para la humanidad la senectud y el acercamiento ineluctable a la muerte.

Los relatos en su libro La mesa de limón son una lección imprescindible para la juventud que algún día llegará a la vejez y, posteriormente, a la muerte, lo quiera o no: un juego divertido en donde la muerte se sobrecoloca a la vida y esta se impone finalmente en los últimos estertores con humor, un humor inglés si se quiere, pero tan necesario en nuestro tiempo para sobrevivir… solo para sobrevivir.

Esta obra contiene once relatos sobre la senectud y la muerte, en donde la vida lucha hasta el final para no caer vencida tan fácilmente por la Parca, utilizando todos los artilugios posibles como la experiencia que posee la vejez, que no es menor, respecto a la cotidiana existencia.

Cada vejestorio que vive o ha coexistido en el Planeta Tierra ha desarrollado un sinfín de ardides para engañar o negociar con la ineluctable Dama. A veces, utilizando la hipocresía o el abandono, quizá fingiendo un poco y exagerando las manías, tal vez acrecentando la desmemoria. Y, sobre todo, estando ojo avizor ante el avance de la silenciosa muerte que progresa ligera y mordaz, sin preocupaciones.

No obstante, para desarrollar ese armamento de ingenios sin fin, es necesario tener a mano una serie de instrumentos como la aparente serenidad o la ironía y el drama, que regularmente se convierte en comedia y a veces en caricatura del mismo ente senil.
Este magistral autor, sin proponérselo, se ha convertido en un clásico de nuestro tiempo, debido a que sus libros se leen de un solo sorbo: esos son los escritores que no dejan cabida al aburrimiento y que mantienen al lector en la línea de combate con su poder y su belleza.

Quizá ya es hora de abandonar las piedras fundamentales de la Literatura y conspirar contra esas promulgaciones de los libros seleccionados por las llamadas vacas sagradas del intelecto. Se debe entrar de lleno a los autores de nuestro tiempo sin mirar atrás y descubrir el placer de la Literatura contemporánea.

Julian Barnes, nacido el 19 de enero de 1946 en Leicester, Inglaterra, es ganador (entre otros premios) del Premio Booker en 2011 por su novela “El sentido de un final”. También ha publicado novelas policiacas bajo el pseudónimo de Dan Kavanagh (apellido de su esposa y agente literario, Pat Kavanagh, fallecida en 2008).

Cormac McCarthy el Escritor apocalíptico que nunca dejó de creer en un Dios derrotado quien sufrió hasta la ignominia

Por Pablo García Mejía

Cormac McCarthy (Providence, Rhode Island,1933-2023), murió a los 89 años. Falleció tranquilamente en su casa de Santa Fe, Nuevo México, Estados Unidos. Una muerte que muchos escritores hubieran querido obtener mientras la Parca se dejaba acariciar lánguidamente con el fin de distraer al triunfante ser; de esa manera realizaba su trabajo de zapa apretando el obscuro corazón que todo gran Escritor posee. Haciendo que la negra sangre invadiera todo su organismo.

Cormac McCarthy obtuvo una magnífica muerte: largamente apetecible. Muy diferente a la de sus personajes; sobre todo al de su doliente Padre y defensor de su pequeño hijo hasta las últimas consecuencias en su novela: The Road o en español: La Carretera. Una lectura que estimula a lo que queda del espíritu en el lector; pero que tiene efectos deprimentes y paralizantes hasta las lágrimas. Si uno no ha podido llorar o algo le impide llevarlo a cabo en el alma o en el organismo; no es necesario cortar con filoso cuchillo una gran cebolla. Solo hay que adentrarse en esta maravillosa novela y el espíritu comienza a flaquear, después el cuerpo lo reciente y tiembla sin control hasta que los sollozos fluyen sin control.

La Carretera transcurre en un futuro postapocalíptico donde no hay casi nada para comer y un niño de ocho años cuestiona a su padre:

El chico recostó la cabeza en el brazo del hombre. Al cabo de un rato dijo:

¿Van a matar a esas personas, ¿verdad?

¿Por qué tienen qué hacerlo?

No lo sé.

¿Se los van a comer?

Sí.

Y nosotros no podíamos ayudarlos porque nos habrían comido también.

Sí.

Y por eso no podíamos ayudarlos.

Sí.

Muchas veces uno como lector recibe, al leer de ciertos autores, un castigo con una gran dosis de saña. Un escarmiento por atreverse a entrar a ese universo inescrutable donde se gravita como un satélite enloquecido sobre lo bello y lo aterrador; sobre lo maravilloso y lo sublime. Pero, a fin de cuentas, al terminar la narración el lector es fecundado e inspirado para acabar arropado para la vida y la muerte.

Leer a Cormac McCarthy, es dejar de caminar por la vida como sonámbulos a la orilla de la tumba. Sus fuertes palabras nos hacen abrir los oídos y los ojos a ese magnífico espectáculo que es la existencia. Es flagrante que nos sentimos atraídos hacia lo abstruso del alma cuando nos ponen frente al espejo de la atracción como si fuese una ley de la influencia para llegar a lo intangible de la vida que nos posee.

Con este autor lo mejor es leerlo a sangre fría, tratando de apartar el corazón lo más lejos posible. Bueno, a fin de cuentas, es una recomendación banal porque eso jamás será posible, una vez que uno abre el libro y recorre sus primeras palabras, un perverso instinto fluye desde adentro hacia afuera del lector que atrapa inmediatamente al imán de la soledad, la belleza, la sabiduría y el encanto que jamás se pueden olvidar.

De pronto, hay un gozo profundo, un éxtasis cuando el lector descubre que él es también quien aporta sus sentimientos y sensaciones al texto y no solamente es quien recibe el regalo de la narración; de esa historia que está leyendo. Uno se baja de ese tren cargado de incertidumbre para encontrar el estupendo bosque lleno de vegetación desbordante donde los multiformes pensamientos vuelan alegres como hermosas mariposas.

Cormac McCarthy, un artista que nos ha hecho experimentar la vida hasta remover las ascuas de la inconsciencia. Haciéndonos sentir el intenso deleite de la lectura, aportando siempre un misterio que nunca retrocede; jamás nos muestra una sola cara, sino uno de los miles de rostros que perennemente nos sorprenden como un mago iluminado.

Cuando la vida de un Escritor se extingue, de súbito esa existencia cobra un trascendental interés para nosotros. Nos sentimos huérfanos. Con frecuencia su muerte nos permite ver que cuando estaba vivo: su vida y su obra eran la misma. Hubiéramos querido estar muy cerca de ese momento para restaurarlo con todos sus huesos y su carne. Pero no es posible. Así que solo nos queda reconocer que la influencia de su muerte es más potente que la de muchos que están vivos.

Por último, Cormac McCarthy vivió siempre entre la frontera de México y Estados Unidos donde ocurrieron la mayoría sus narraciones, de esa manera fue inevitable la influencia mexicana en sus escritos. También porque fue educado en la fe católica. Su última novela Estela Maris es la historia de una joven internada, por sí misma, en un centro psiquiátrico que trata de entender su propia vida. Alicia, con cuarenta mil dólares en su bolso y a punto de ser doctora en matemáticas, prefiere recluirse en ese nosocomio a fin de rebasar esa línea que divide a la cordura de la locura y encontrar la verdadera belleza en la demencia total.

Estela Maris, seguramente fue escogido como título por el autor católico porque es un canto: un himno de la gente del mar que pide la protección a la Estrella del Mar: la siempre Virgen María, solicitando con sus plegarias la ayuda de María Estrella esplendorosa de los mares. Acaso, ¿el viaje a la muerte es como un traslado por el venturoso mar y lo mejor es pedir la protección de la gran Madre para arribar a buen puerto?

Cormac McCarthy fue ganador del National Book Award por All the Pretty Horses (Todos los bonitos caballos), en 1992 y del Premio Pulitzer por The Road (La Carretera) en 2006.