En su primer informe de gobierno, Claudia Sheinbaum aseguró que México vive un “momento estelar” frente a las expectativas negativas de organismos internacionales. Desde Palacio Nacional, la mandataria reivindicó su política económica al destacar que el país registra una de las menores tasas de desigualdad en América, con inflación controlada y niveles récord de inversión extranjera. Al mismo tiempo, presumió el fortalecimiento del peso y la estabilidad de la deuda pública.
El discurso también giró hacia el terreno internacional. Anunció encuentros con Marco Rubio, secretario de Estado de EE.UU., para construir un marco de seguridad compartida, y con líderes como Mark Carney y Emmanuel Macron para reforzar cooperación comercial y política. La presidenta subrayó que México mantiene el menor promedio arancelario del mundo y que el T-MEC puede renegociarse bajo mejores condiciones. En materia migratoria, destacó el programa “México te abraza”, que ha atendido a 86 mil deportados con servicios de salud, vivienda y empleo.
Sheinbaum hizo un recuento de 19 reformas constitucionales y 40 leyes aprobadas en los primeros meses de su mandato, entre ellas la elección popular de jueces y magistrados, la incorporación de la Guardia Nacional a la Sedena y el reconocimiento constitucional de pueblos indígenas y afromexicanos. Presentó estos cambios como una “actuación patriótica” que blinda la soberanía nacional, limita al neoliberalismo y refuerza derechos sociales.
El informe proyecta una narrativa de fortaleza política y económica, pero también deja abiertas interrogantes: ¿hasta dónde el discurso de estabilidad puede sostenerse frente a la presión de Washington por seguridad y comercio?, ¿qué tan profundas son las transformaciones institucionales más allá de la retórica? La gestión se juega en equilibrar logros internos con un contexto externo cada vez más desafiante.
