Las armadoras chinas han incrementado su presencia en el mercado automotriz mexicano, ofreciendo modelos más baratos y equipados que sus competidores. Esta expansión preocupa a marcas tradicionales, que han visto reducir su participación frente al atractivo de precios y garantías extendidas.
El fenómeno se explica por una estrategia agresiva de financiamiento, amplias redes de distribución y campañas publicitarias orientadas al consumidor joven. Marcas como Chirey, MG y BYD lideran las cifras de ventas, posicionándose en segmentos clave de autos compactos y SUV.
Si bien esto diversifica la oferta para los compradores, también plantea retos para la industria nacional y la balanza comercial. El desafío será encontrar un equilibrio entre competencia, empleo local y dependencia de importaciones. ¿Podrá México adaptarse a este nuevo mapa automotriz?