David Colmenares concluye su gestión al frente de la Auditoría Superior de la Federación (ASF) con un saldo cuestionado: siete años de escasa fiscalización real y numerosas omisiones frente al uso irregular del erario durante el gobierno de López Obrador. Bajo su mando, la ASF minimizó hallazgos críticos, evitó confrontaciones con el Ejecutivo y permitió el avance de megaproyectos sin auditorías profundas.
Durante su gestión, informes clave fueron desactivados o editados, como el que cuestionaba los costos del Tren Maya. La Auditoría también tardó años en presentar denuncias penales y se abstuvo de indagar en esquemas como Segalmex, pese a los señalamientos públicos y mediáticos.
Expertos consideran que Colmenares funcionó como un auditor cómodo para el régimen, opacando la función fiscalizadora del Congreso. Su relevo, previsto para este año, será clave para definir si la ASF recupera su autonomía o sigue sometida al poder presidencial.
