mar. Sep 17th, 2024

El Tribunal Electoral del Poder Judicial está en el ojo del huracán tras perfilarse la ratificación de la mayoría calificada de Morena en la Cámara de Diputados, desechando las quejas interpuestas por el PAN, PRI y Movimiento Ciudadano. Este tema no solo es un punto álgido en el debate político actual, sino que también pone sobre la mesa la compleja relación entre la legalidad y la legitimidad en los procesos democráticos.

El magistrado Felipe De la Mata, ponente del proyecto, sostiene que la distribución aprobada por el INE mantiene el equilibrio conforme a la votación y que no existe una subrepresentación de la oposición. Su argumentación se basa en una interpretación estricta de la Constitución, la cual, según él, es clara al indicar que la sobrerrepresentación debe calcularse por partidos y no por coaliciones.

El argumento de De la Mata de que “si la norma es clara, es suficiente acudir a la literalidad sin necesidad de interpretación” plantea un dilema crucial en la interpretación jurídica. La ley, en su literalidad, puede ser seguida al pie de la letra, pero, ¿qué pasa cuando esa interpretación estricta lleva a resultados que muchos consideran antidemocráticos?

Es cierto que la legalidad es un pilar fundamental en cualquier estado de derecho. No obstante, la legitimidad de las decisiones políticas también depende de cómo estas son percibidas por la ciudadanía.

La decisión del TEPJF, si se ratifica, podría tener profundas implicaciones para la vida política del país. Por un lado, consolidaría el poder de Morena en la Cámara de Diputados, permitiéndole avanzar con su agenda legislativa sin mayores obstáculos. Por otro, podría profundizar la polarización política y erosionar la confianza en las instituciones.

En última instancia, el desafío que enfrenta México no es solo legal, sino también político y social: ¿Cómo construir un sistema electoral que no solo sea legalmente sólido, sino que también refleje de manera justa la diversidad de opiniones y fuerzas políticas del país? La respuesta a esta pregunta es fundamental para el futuro de nuestra democracia.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *