Ricardo Monreal, diputado de Morena, tomó la delantera en el debate legislativo sobre la prohibición de bebidas energéticas para menores de edad. Aunque la Comisión de Salud incorporó también la propuesta del PVEM, es Monreal quien ha dado un giro político al tema, presentándolo no sólo como un asunto de consumo, sino como un reto de Estado para proteger derechos de niñas, niños y adolescentes.
El dictamen define jurídicamente qué es una bebida energética, establece sanciones de hasta dos mil UMA para quienes violen la restricción y obliga a la Secretaría de Salud a reforzar la regulación en un plazo de 90 días. El legislador advirtió sobre los riesgos médicos que incluyen ansiedad, problemas cardiovasculares y hasta muerte súbita, señalando que el consumo temprano puede ser la antesala de adicciones a alcohol y drogas ilícitas.
Con esta propuesta, Monreal se coloca en línea con alertas de la OMS y UNICEF, fortaleciendo su perfil como actor que articula reformas con resonancia social y alto consenso político. La iniciativa confronta los intereses de la industria frente al principio constitucional del interés superior de la niñez. La pregunta que emerge es clara: ¿logrará transformar un debate técnico en una bandera política que nadie pueda rechazar sin costo?
