La Casa Blanca anunció que iniciará investigaciones contra grupos y personas de izquierda, a quienes acusa de incitar violencia tras el asesinato del activista conservador Charlie Kirk. Donald Trump, junto con sus asesores más cercanos, prometió usar al Departamento de Justicia y al de Seguridad Interna para “desmantelar” estas redes, e incluso mencionó como objetivos a fundaciones como Open Society y Ford.
Aunque el atacante de Kirk no pertenece a movimientos progresistas, la administración republicana ha impulsado una narrativa que responsabiliza a la izquierda radical. Expertos advierten que se trata de un retorno al macartismo y a la represión de los años 50 y 60, cuando se criminalizó a voces críticas y académicas vinculadas a derechos civiles.
Universidades, medios y organizaciones filantrópicas ya denuncian intimidación y listas negras. El riesgo es que, bajo la bandera de la seguridad, se erosione la libertad de expresión y se asiente un precedente de persecución política en Estados Unidos.
