Por séptima semana consecutiva, el gobierno federal dejó sin estímulos fiscales a las gasolinas y el diésel. Esta decisión ocurre en un contexto de baja en los precios internacionales del crudo, lo que reduce la necesidad de amortiguar alzas internas. Sin embargo, el retiro de apoyos implica que los consumidores pagarán el IEPS completo por litro.
Del 3 al 9 de mayo, la gasolina Magna pagará 6.45 pesos de IEPS, la Premium 5.45 y el diésel 7.09 pesos. Aunque los precios al público se han mantenido estables, el aumento de los impuestos directos reduce el margen económico de miles de hogares que dependen del automóvil para trabajar o desplazarse.
El ajuste ocurre mientras la OPEP+ decide incrementar su producción, provocando una baja sostenida en los precios del petróleo. Esto explica por qué Hacienda retira el subsidio, pero no toma en cuenta los efectos acumulativos en los bolsillos de los consumidores ni el alza general en el costo de vida.
Resulta necesario repensar esta política fiscal. Si bien responde a indicadores internacionales, también debería considerar el impacto interno en un entorno económico aún frágil. La estabilidad macroeconómica no debe construirse a costa de cargar más a quienes menos pueden absorberlo.
